Héctor Tecalco.
Reporteros de las Altas Montañas.
En la política mexicana hay sombras. Algunas apenas se notan. Otras, como la de Víctor Serralde Martínez, eclipsan todo a su paso. El verdadero poder detrás del trono en Huatusco no es el candidato a la municipal, Urcino Gálvez Méndez, alias "El Pollo", sino quien le dio alas: el operador oscuro, el cacique del PAN con disfraz de empresario, Víctor Serralde, el hombre que no necesita aparecer en la boleta para gobernar desde la penumbra.
El "dedazo" con el que Gálvez consiguió su candidatura huele más a consigna que a consenso. ¿El dedo? El de Jorge Romero, dirigente nacional del PAN, quien, muy convenientemente, decidió que Huatusco no merecía una elección interna, sino una imposición. Pero no nos confundamos: el verdadero titiritero no está en la Ciudad de México. Está en Veracruz, en algún lugar entre una bodega abandonada, un expediente judicial y una oficina con aire acondicionado pagado con recursos públicos.
Y es que Serralde no es un novato en estas artes oscuras. Ya en 2014, como diputado federal, tejía una fina red de intereses con su hermano, Luís Arturo Carrera Trujillo, quien, pese a no compartir apellidos (una decisión estratégica y criminalmente conveniente), se embolsaba contratos de licitación directa en diversos municipios. ¿Suena a conflicto de intereses? Lo es. ¿Es un delito federal? También. Pero aquí nadie se inmuta. Aquí, la corrupción no solo es negocio; es herencia familiar.
Ahora, el nombre de Luis Arturo vuelve a surgir en escena, como si el tiempo no pasara y la memoria colectiva fuera un lujo innecesario. Esta vez como representante legal de Construcciones R2CYC SA de CV, una “empresa” que ganó la licitación para el paso a desnivel de Las Estaciones, la joya de la corona del Ayuntamiento de Córdoba, valuada en más de 30 millones de pesos.
¿La dirección fiscal de esta constructora de élite? Una bodega abandonada en la avenida 21, antes taller mecánico, hoy ruina testimonial de lo que el PAN llama “progreso”.
¿Coincidencias? Solo para los ingenuos. Porque el representante legal es el mismo que en 2014 figuraba en una nota de nota roja, reclamando un tractocamión robado de la empresa Serralde y Asociados. El mismo que hoy aparece al frente de esta constructora reciclada, con domicilio fantasma y contratos muy reales.
Y mientras tanto, Víctor Serralde mueve las piezas, sonríe en las sombras y prepara su regreso disfrazado de operador político. Pero no, Serralde, no todos olvidamos. Y algunos, incluso, sabemos de qué comunidad vienes. Quizá sea momento de que nos digas tu verdadero nombre. Porque de transparencia no vives, pero de contratos, sí.
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