Hueyapan de Ocampo, Ver.- La comunidad de El Aguacate vivió una madrugada de auténtico terror. Un comando armado irrumpió el silencio con una ráfaga de balas contra un camión de pasajeros, dejando huellas de violencia y miedo a su paso. A pesar de la gravedad del ataque, ninguna corporación policiaca acudió al lugar, dejando a la población en el más absoluto desamparo.
El ataque ocurrió frente al domicilio del ciudadano Pedro González Cayetano, donde permanecía estacionado un camión con placas A-22046, el cual cubre la ruta Aguacate–Acayucan centro. La unidad recibió al menos diez impactos de arma de fuego, dejando el frente del vehículo como coladera según versiones preliminares, lo que evidencia la intención clara de causar daño o enviar un mensaje.
Los habitantes relatan que las detonaciones sacudieron la madrugada como una tormenta de fuego, despertando a familias enteras que se refugiaron bajo camas, detrás de muros, en un silencio lleno de miedo. Durante minutos, nadie se atrevió a salir. El estruendo retumbó como si la guerra hubiera llegado al pueblo.
Lo más alarmante: ninguna patrulla, ningún agente, ninguna autoridad apareció. Ni la policía municipal, ni estatal, ni Guardia Nacional; Nada, nadie acudió en auxilio de los vecinos asustados; el ataque fue reportado de inmediato por los pobladores, pero la respuesta fue el silencio, como si la violencia se hubiera vuelto paisaje cotidiano y la protección un privilegio lejano.
El hecho ha dejado a la comunidad sumida en la angustia. No se reportan heridos ni detenidos, solo los daños al camión de pasaje que deberá ser mandado a reparar antes de volver a entrar en circulación, el temor se ha instalado en cada esquina, en las mismas donde el camión urbano para para recoger pasajeros que tendr´na mayor temor en abrodar esa unidad, y el mensaje que ha quedado claro es uno: en El Aguacate, están solos ante el crimen.
Hasta el momento, las autoridades no han emitido ningún comunicado oficial, y el móvil del atentado sigue siendo un misterio. La población, en cambio, ya sacó sus propias conclusiones: la impunidad se pasea armada, con tranquilidad y en plena madrugada ataca sin piedad.
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