Papantla, Ver.– La tarde del jueves se tiñó de luto en Papantla; una niña de tan solo 12 años, llena de ilusiones y a días de celebrar su graduación, fue brutalmente arrollada por un motociclista que, según testigos, conducía a gran velocidad por la zona; la tragedia dejó a toda una comunidad en shock, con una pregunta que duele: ¿cuántas vidas más deben perderse por la imprudencia al volante?
La menor, alumna de la escuela primaria Concepción Fuentes, acababa de concluir un ensayo para su ceremonia de fin de curso; caminaba con la inocencia de quien sueña con su vestido blanco, con el aplauso de sus padres, cuando en la avenida “Salida a Arroyo Colorado”, en la colonia Luis Salas, su vida fue interrumpida por el rugido de una motocicleta Pulsar 250 conducida por un hombre identificado como Francisco “N”.
El impacto fue brutal, el cuerpo de la menor quedó tendido sobre el asfalto, con heridas severas, fue trasladada de urgencia a una clínica privada por rescatistas que hicieron un vano esfuerzo por la vida de la niña, horas más tarde falleció, dejando a sus padres devastados y a una comunidad enfurecida.
Como si el dolor no bastara, en redes sociales apareció un comunicado del grupo de motociclistas "MC Banqueteros Papantla", quienes defienden al conductor argumentando que fue un taxista quien le cerró el paso y que la menor habría bajado repentinamente de la banqueta; sin embargo, familiares y vecinos contradicen esa versión y acusan directamente a los miembros del club de haber ayudado al motociclista a escapar y ocultarlo de las autoridades.
Las redes sociales se encendieron, circulan fotografías del presunto responsable y exigencias de justicia con un grito claro: “¡No más impunidad!”.
La escuela Concepción Fuentes, donde la menor estudiaba, publicó una esquela en señal de luto, pero el gesto institucional no basta para calmar la rabia que arde entre quienes la conocieron, no era solo una estudiante: era una hija, una amiga, una niña con sueños truncados por la velocidad, la irresponsabilidad y la cobardía.
Hoy Papantla llora, llora una vida perdida por culpa de quienes creen que las calles son pistas de carreras, y mientras el responsable sigue sin enfrentar la justicia, la indignación crece, porque una niña que regresaba de ensayar para su graduación no debería haber encontrado la muerte en su camino a casa.
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