Usa la fe como trampolín político y se deja manejar como ficha de recambio en el tablero de #Huatusco.
Columna de opinión
De Bote Pronto
Por; Irvin Marcell
En el circo electoral de #Huatusco, cada función supera a la anterior y en esta temporada, la candidata del #PT, Apolonia Zamora, se lleva el papel estelar... pero no por méritos, sino por descaro. La señora —porque lo de “política” aún le queda grande— ha demostrado que no necesita ni carrera, ni trayectoria, ni principios. Solo necesita estar en el lugar (religioso) equivocado, en el momento electoralmente conveniente.
Hace unos días, en la comunidad de Mesa del Rancho, mientras los pobladores celebraban al Divino Niño Jesús con una ceremonia religiosa, Apolonia decidió que esa era una excelente oportunidad para hacer campaña. Como si el santuario fuera un mitin, irrumpió al finalizar la oración, rodeada de su comitiva uniformada, lista para capitalizar la fe ajena como si se tratara de votos asegurados.
Si ya es un insulto al electorado que personajes sin propuesta aspiren a un cargo público, lo de Zamora raya en lo sacrílego: usar una ceremonia religiosa como escaparate político no es solo inmoral, es ilegal.
Pero no se confundan: esto no es una candidata improvisada que cometió un desliz ingenuo. No, aquí hay cálculo, estrategia... y dedos tras bambalinas, porque detrás de Apolonia no está Apolonia, está Ventura Demuner Torres, el titiritero mayor, moviendo hilos con la precisión de quien ya aprendió que el poder no se gana, se negocia.
La jugada es clara: poner a Zamora en el PT para dividir el voto y allanar el camino a su esposa, Norma Ramírez —la verdadera apuesta familiar—, quien va como candidata a síndica en la fórmula de #MORENAcon Alejandro Porras. Es el viejo truco de la marioneta: lanzar un nombre nuevo, pero seguir gobernando con las mismas manos de siempre.
¿Y quién ayuda a operar esta obra maestra del oportunismo? Edgar Torres y Rosa Sampieri, una pareja de reciclados políticos que ya deberían tener su propio partido: el “Permanente Perdedor”. Edgar, con historial de vividor del erario en #SoledaddeDoblado y otros municipios; Rosa, con más derrotas electorales que méritos. A ellos les encomendaron el show, porque al parecer, la dignidad es lo único que no reparten en campaña.
Mientras tanto, en redes sociales, Apolonia vende la imagen de una mujer cercana al pueblo, “recibida” por la comunidad, “escuchada con atención”, “bendecida” por la fe popular. La verdad es otra: no fue invitada, no fue bienvenida, y su mensaje fue más incómodo que una visita inesperada en velorio, pero para las cámaras, bastó el encuadre perfecto con la gente de fondo (que fue a rezar, no a votar) para armar la postal del cinismo.
Y esto apenas empieza, si en campaña ya se brincan la ley, la ética y el sentido común, ¿qué podemos esperar en un eventual gobierno manejado por esta estructura de oportunistas profesionales? Nada nuevo, seguramente, solo más simulación, más traiciones y más ciudadanos usados como decorado electoral.
En Huatusco no hay renovación política, hay reciclaje con maquillaje. Apolonia Zamora no representa un proyecto, sino una estrategia, no trae propuestas, sino instrucciones y no llega por convicción, sino por encargo.
El circo sigue y como siempre, el pueblo paga la entrada… pero nunca elige el espectáculo.
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